LA ELECCIÓN DE GRACIA

Para el 11 de septiembre de 2010

Sábado 4 de septiembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 10-11.

“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de abraham, de la tribu de benjamín” (Rom. 11:1).

ESTA LECCIÓN cubre Romanos 10 y 11, especialmente el capítulo 11. Es útil leer ambos capítulos para seguir el pensamiento de Pablo. Los dos capítulos fueron, y son aún, muy discutidos. Pero algo parece claro: el amor de Dios por la humanidad y su deseo de salvar a todos. No hay rechazo corporativo de nadie para la salvación. Romanos 10 muestra que “no hay diferencia entre judío y griego” (Rom. 10:12): todos son pecadores y necesitan la gracia de Dios que da Jesucristo. Esta gracia viene a todos: no por nacionalidad, nacimiento ni por obras de la ley, sino por la fe en Jesús, quien murió como el Sustituto por todos los pecadores. Los roles pueden cambiar, pero el plan básico de salvación nunca cambia. Pablo continúa el tema en el capítulo 11. Aquí también hay que comprender que él habla de la elección y la vocación; el problema no es la salvación, sino el plan de Dios para alcanzar al mundo. Ningún grupo ha sido rechazado para la salvación. Pero, después de la Cruz y de la introducción del evangelio a los gentiles, el movimiento cristiano -tanto judíos como gentiles- aceptó la tarea de la evangelización del mundo.

Domingo 5 de septiembre

EL FIN DE LA LEY

Lee Romanos 10:1 al 4. Recordando todo lo que vimos antes, ¿cuál es el mensaje aquí? ¿Cómo podríamos estar en peligro de tratar de establecer nuestra propia justicia?

El legalismo viene en muchas formas, algunas más sutiles que otras. Los que se miran a sí mismos, sus buenas obras, su dieta, cuán estricta-mente guardan el sábado, todas las cosas malas que no hacen o todas las cosas buenas que logran, caen en la trampa del legalismo. Debemos recordar siempre la santidad de Dios frente a nuestra pecaminosidad; esa es la manera más segura de protegernos del pensamiento que lleva a la gente a buscar su “propia justicia”, que es contraria a la justicia de Cristo.

Romanos 10:4 es un texto importante que capta la esencia de todo el mensaje de Pablo a los romanos. Primero, veamos el contexto. Muchos judíos estaban “procurando establecer la suya [justicia] propia” (Rom. 10:3) y buscando “la justicia que es por la ley” (Rom. 10:5). Pero, al venir el Mesías, se presentó el verdadero camino de la justicia. La justicia se ofreció a todos los que fijaran su fe en Cristo. A él señalaba el antiguo sistema ceremonial.

Aun si aquí incluimos los Diez Mandamientos en la definición de la ley, eso no significa que estos fueron eliminados. La ley moral señala nuestros pecados, faltas y limitaciones, y nos conduce a la necesidad de un Salvador, de perdón y de justicia, todo lo cual se encuentra solo en Jesús. En ese sentido, Cristo es el “fin” de la ley, porque la ley nos conduce a él y a su justicia. La palabra griega para “fin” aquí es télos, que también puede ser traducida como “meta” o “propósito”. Cristo es el propósito final de la ley, puesto que la ley ha de conducirnos a Jesús.

Ver este texto como si enseñara que los Diez Mandamientos -o específicamente el cuarto (lo que la gente realmente quiere decir)- están ahora anulados es llegar a una conclusión que va en contra de muchas otras cosas que Pablo y el Nuevo Testamento enseñan.

¿Te encuentras alguna vez orgulloso acerca de lo bueno que eres, especialmente en contraste con otros? Tal vez tú eres “mejor”, ¿y entonces qué? Compárate con Cristo, y luego piensa acerca de cuán “bueno” eres realmente.

Lunes 6 de septiembre

LA ELECCIÓN DE GRACIA

Lee Romanos 11:1 al 7. ¿Qué enseñanza popular niega clara e irrevocablemente este pasaje?

En la primera parte de su respuesta a la pregunta: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?” Pablo señala a un remanente, una elección de gracia, como prueba de que Dios no ha desechado a su pueblo.

La salvación está abierta a todos los que la acepten, judíos y gentiles por igual. Debería recordarse que los primeros conversos al cristianismo eran todos judíos; por ejemplo, el grupo que se convirtió el día de Pentecostés. Fue necesaria una visión y un milagro para convencer a Pedro de que los gentiles tenían el mismo acceso a la gracia de Cristo (Hech. 10; compara con Hech. 15:7-9) y que el evangelio debía ser llevado también a ellos.

Lee Romanos 11:7 al 10. ¿Está Pablo diciendo que Dios a propósito encegueció a la parte de Israel que rechazó a Jesús, para que no se salvase? ¿Qué está mal en esta idea?

En estos versículos, Pablo cita el Antiguo Testamento, que los judíos aceptaban como dotado de autoridad. Los pasajes que Pablo menciona presentan a Dios como dando a Israel un espíritu de embotamiento, que les impedía ver y escuchar. ¿Ciega Dios los ojos de las personas para impedir-les que vean la luz que los conduciría a la salvación? ¡Jamás! Estos pasajes deben ser comprendidos a la luz de nuestra explicación de Romanos 9. Pablo no está hablando de la salvación individual, porque Dios no rechaza a ningún grupo, como tal, para la salvación. En cambio, el asunto aquí, como en los capítulos anteriores, es el lugar que estas personas desempeñaban en su misión hacia el mundo.

¿Qué está mal con la idea de que Dios ha rechazado en conjunto a cualquier pueblo en términos de salvación? ¿Por qué eso va en con-tra de toda la enseñanza del evangelio, que en su núcleo muestra que Cristo murió para salvar a todos los seres humanos? ¿Cómo, por ejemplo, en el caso de los judíos, esta idea condujo a resultados trágicos?

Martes 7 de septiembre

LA RAMA INJERTADA

Lee Romanos 11:11 al 15. ¿Qué esperanza presenta Pablo aquí?

Aquí hay dos expresiones paralelas: 1) “su plena restauración [de los israelitas]” (vers. 12), y 2) “su admisión [de los israelitas]” (vers. 15). Pablo veía la disminución y la defección como solo temporarias, a las que seguirían la plenitud y la admisión. Esta es la segunda respuesta a la pregunta del versículo 1: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?” Lo que parece un rechazo, dice él, es solo temporario.

Lee Romanos 11:16 al 24. ¿Qué nos está diciendo Pablo aquí?

Pablo compara el remanente en Israel con un olivo, del que algunas ramas han sido desgajadas (los incrédulos). Con esta ilustración prueba que “Dios no ha desechado a su pueblo” (Rom. 11:2). La raíz y el tronco todavía están allí.

Los creyentes gentiles han sido injertados en este árbol, el Israel creyente: absorben la savia y la vitalidad de la raíz y el tronco. Lo que pasó a los que rechazaron a Jesús podría suceder también a los gentiles creyentes. La Biblia no enseña que “una vez salvo, siempre salvo”. La salvación se ofrece libremente, y también puede rechazarse libremente. Aunque no debemos pensar que cada vez que caemos perdemos la salvación, o que si no somos perfectos no somos salvos, necesitamos también evitar lo opuesto: que una vez que la gracia de Dios nos cubre, ninguna acción o elección nuestra nos quitará la salvación. Solo los que “permanecen en esa bondad” (vers. 22) serán salvos.

Ningún creyente debe jactarse por su bondad o sentir superioridad sobre los demás. No ganamos la salvación: es un regalo. Ante la Cruz, ante la santidad de Dios, todos somos iguales: pecadores que necesitan la gracia divina y una santidad que solo por gracia es nuestra. No tenemos nada de qué jactarnos, sino solo en Jesús: lo que hizo por nosotros al venir al mundo, sufrir nuestros males, morir por nuestros pecados, ofrecernos un modelo de vida y prometernos poder para vivir esa vida. Para todo, dependemos de él; sin él no tenemos esperanza, sino la de este mundo.

Miércoles 8 de septiembre

SE REVELA UN MISTERIO

Lee Romanos  11:25 al  27. ¿Qué grandes eventos predice Pablo aquí?

Los cristianos discutieron estos versículos durante siglos. Pero algunos puntos son claros. Todo el tenor aquí es que Dios procura llegar a los judíos. Lo que Pablo dice es una respuesta a la pregunta planteada al comienzo del capítulo: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?” Su respuesta es “no”, y su explicación es: 1) que la ceguera (en griego porósis, “dureza”) es solo “en parte”, y 2) que es solo temporaria, “hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”.

¿Qué significa “la plenitud de los gentiles”? Muchos ven esto como el cumplimiento de la comisión evangélica: todo el mundo oye el evangelio. “La plenitud de los gentiles” habrá llegado cuando el evangelio haya sido predicado en todas partes. El evangelio habrá sido predicado a todo el mundo, la venida de Jesús estará cercana; entonces, muchos judíos comenzarán a venir a Jesús.

Otro punto difícil es el significado de “todo Israel será salvo” (vers. 26). Esto no debe interpretarse como que todos los judíos, por algún decreto divino, tendrán salvación en el tiempo del fin. En ninguna parte de las Escrituras se enseña el universalismo, ni para un grupo específico, ni para toda la raza humana. Pablo esperaba “hacer salvos a algunos de ellos” (vers. 14). Algunos aceptaron al Mesías, otros lo rechazaron, como pasa con todos los grupos.

Comentando Romanos 11, Elena de White habla de que “en la proclamación final del evangelio” “muchos judíos [...] recibirán por la fe a Cristo como su Redentor” (HAp 314).

“Hay una grandiosa obra que ha de hacerse en nuestro mundo. El Señor ha declarado que los gentiles serán reunidos, y [...] también los judíos. Hay entre los judíos muchas personas que serán convertidas, y por medio de las cuales veremos cómo la salvación de Dios avanzará como una lámpara que arde. Hay judíos por todas partes. [...] Hay entre ellos muchos que vendrán a la luz, y que proclamarán la inmutabilidad de la ley de Dios con maravilloso poder” (Ev 421).

Piensa acerca de las raíces judías de la fe cristiana. ¿Cómo un estudio selectivo de la religión judía podría ayudarte a entender mejor tu fe cristiana?

Jueves 9 de septiembre

LA SALVACIÓN DE LOS PECADORES

El amor de Pablo por su propio pueblo es claramente visible en estos versículos. Cuán difícil debió haber sido para él que algunos de sus conciudadanos lucharan contra él y contra la verdad del evangelio. Y sin embargo, a pesar de todo, todavía creía que muchos verían a Jesús como el Mesías.

Lee Romanos 11:28 al 36. ¿De qué modo Pablo muestra el amor de Dios, no solo por los judíos, sino por toda la humanidad? ¿De qué modo expresa aquí el maravilloso y misterioso poder de la gracia de Dios?

En todos estos versículos, aunque se hace un contraste entre judíos y gentiles, un punto resulta claro: la misericordia, el amor y la gracia de Dios se derraman sobre los pecadores. Desde antes de la fundación del mundo, el plan de Dios fue salvar a la humanidad y usar otros seres humanos, aun naciones, como instrumentos para cumplir su voluntad divina.

Lee cuidadosamente y con oración el versículo 31. ¿Qué punto importante deberíamos obtener de este texto acerca de nuestro testimonio, no solo a los judíos, sino a todas las personas con quienes entramos en contacto?

Sin duda, a través de los siglos, si la iglesia cristiana hubiera tratado mejor a los judíos, muchos más hubieran venido a su Mesías. La gran apostasía en los primeros siglos después de Cristo y la extrema paganización del cristianismo -incluyendo el rechazo del sábado en favor del domingo- ciertamente hicieron más difícil para un judío el que fuera atraído hacia Jesús.

Es muy vital, entonces, que todos los cristianos, dándose cuenta de la misericordia que se les ha extendido en Jesús, exhiban esa misericordia a otros. No podemos ser cristianos si no hacemos esto (Mat. 18:23-36).

¿Hay alguien a quien necesitas mostrar misericordia, que tal vez no la merezca? ¿Por qué no mostrarle a esta persona esa misericordia, no importa cuán difícil sea hacerlo? ¿No es eso lo que Jesús hizo por nosotros?

Viernes 10 de septiembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Ante el Sanedrín”, “De perseguidor a discípulo” y “Cartas escritas desde Roma”, Los hechos de los apóstoles, pp. 65-67; 93-95; 392-396; “Para alcanzar a los católicos”, El evangelismo, pp. 573-576 y “Qué predicar y qué no predicar”, Mensajes selectos, t. 1, pp. 182, 183.

“A pesar del fracaso de Israel como nación, había entre ellos un remanente que se salvaría. En el tiempo del advenimiento del Salvador, había hombres y mujeres fieles que habían recibido con alegría el mensaje de Juan el Bautista, y habían sido inducidos a estudiar de nuevo las profecías concernientes al Mesías. Cuando se fundó la iglesia cristiana primitiva, estaba compuesta de estos fieles judíos que reconocieron a Jesús de Nazaret como Aquel cuyo advenimiento habían anhelado” (HAp 310, 311).

“Entre los judíos hay algunos que, como Saulo de Tarso, son poderosos en las Escrituras, y estos proclamarán con poder la inmutabilidad de la ley del Señor. [...] Cuando sus siervos trabajen con fe por los que por mucho tiempo han sido descuidados y despreciados, su salvación se manifestará” (HAp 314).

“Cuando las escrituras del Antiguo Testamento se combinen con las del Nuevo para explicar el eterno propósito de Jehová, para muchos judíos eso será como la aurora de una nueva creación, la resurrección del alma. Cuando vean al Cristo de la dispensación evangélica delineado en las páginas de las escrituras del Antiguo Testamento, y perciban cuán claramente explica el Nuevo Testamento al Antiguo, se despertarán sus facultades adormecidas y reconocerán a Cristo como el Salvador del mundo. Muchos recibirán por la fe a Cristo como su Redentor” (HAp 314).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  1. En los últimos días, cuando la ley de Dios y, especialmente, el sábado lleguen a estar en un lugar destacado, ¿no es razonable pensar que los judíos -muchos de los cuales toman con tanta seriedad los Diez Mandamientos como los adventistas- ayudarán a clarificar estos temas ante el mundo? Después de todo, en cuanto a la observancia del sábado, los adventistas son relativamente nuevos en la historia. Analiza.
  2. ¿Por qué, de todas las iglesias, la Iglesia Adventista es la de mayor éxito en alcanzar a los judíos? ¿Qué puedes hacer tú o tu iglesia local para procurar alcanzar a los judíos en tu comunidad?
  3. ¿Qué podemos aprender de los errores de muchos en el antiguo Israel? ¿Cómo podemos evitar hacer las mismas cosas hoy?